Dos Días y Medio

... donde David disfruta levantándose al alba para desayunarse alguna de las deliciosas conservas caseras de la huerta familiar, al pie de su querido hotel Jumpy, mientras contempla el despertar del profundo cielo que se extiende por el verde valle acunado por el ronroneo del arroyo que parte siempre hacia abajo y se pierde en la lejanía.

Hay que suponer que los momentos de inspiración no pueden faltar en estas circunstancias, así que la segunda tarea del día consiste en preparar todos los artilugios que usan los fotógrafos de naturaleza para comenzar el día pidiendo a las nubes que sepan tamizar bien el Sol y no se distraigan mucho jugando a ser portadoras de lluvia.

Luego, buscar los mejores sitios, estar atento a los puntos de luz que solo duran segundos, trepar a los montes y recorrer los caminos buscando esa foto que nos colme de satisfacción. No siempre nos sonríe el éxito, eso lo sabemos bien, por eso es menester perdonar muchas veces la comida que solicita el cuerpo cansado y seguir caminando… Tal vez en la próxima vereda, o el siguiente risco o cerca de aquella aldea que nos pide posar para nosotros, quien sabe…

Si la oportunidad no se muestra compasiva, qué importa, mañana será el gran día, ahora vamos a aprovechar el espectáculo de la noche, su silencio y su cielo cuajado de estrellas mientras repasamos el trabajo y aprendemos a corregir los posibles errores de la jornada. Esto nos hará más sabios.

MANBOS, junio 2006