San Petersburgo
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Viajamos a
San Petersburgo (Rusia) en tren desde
Helsinki, un trayecto agradable interrumpido únicamente por el control de pasaportes en la frontera rusa, donde fuimos retenidos más de la cuenta debido a un problema con el visado de uno de los pasajeros que hacían esta ruta.
Desde luego que el sistema que utilizan los agentes de aduanas rusos nos pareció a todos bastante curioso, más que por ver a los perros olisqueando todos los asientos del vagón en busca de no sabemos qué, fue por ver cómo nos iban retirando los pasaportes uno a uno entre varios agentes para desaparecer luego hechos un hatillo cogido con gomas elásticas debajo del sobaco del funcionario militar y tenernos en ascuas durante interminables minutos rogando que aquel militar que se bajaba con ellos del tren tuviese cuidado de no perder alguno de los pasaportes en el camino y se acordase posteriormente de devolvernos tan apreciado documento.
Después de una cierta tensa espera, el desafortunado viajero con problemas en las fechas de su visado pudo resolver su situación pagando una multa sobre la marcha y de este modo el tren pudo seguir su viaje hacia
la ciudad de las noches blancas.
San Petersburgo, la antigua
Petrogrado, renombrada
Leningrado durante su época soviética en honor del líder bolchevique
Lenin, es la segunda ciudad con mayor número de habitantes de Rusia y una de las ciudades con mayor área metropolitana de Europa. El centro de San Petersburgo está considerado
patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Lamentablemente nuestro circuito turístico solo contemplaba una pequeña estancia en esta grandiosa y monumental ciudad tan llena de historias de guerra, revoluciones - en esta ciudad se iniciaron los primeros movimientos de la revolución rusa con la destitución del
Zar Nicolás II - y terribles anécdotas sobre las condiciones de su construcción efectuada por el
Zar Pedro el Grande en 1703.
La
Fortaleza de San Pedro y San Pablo, un fuerte militar que dio origen al nombre actual de la ciudad, la
catedral de San Isaac con su dorada cúpula; sus famosos canales, aprovechando la desembocadura del
río Neva al
Mar Báltico, que le han hecho merecedora del sobrenombre de
La Venecia del Norte; el fantástico e impresionante
museo del Hermitage, una de las mayores pinacotecas y museo de antigüedades del mundo, formado por un gran complejo de seis edificios a orillas del río Neva, presididos por el
Palacio de Invierno, que fue residencia oficial de los Zares; la
catedral de Nuestra Señora de Kazan y la iglesia de San Nicolás de los Marinos, constituyen por si solos argumentos suficientes para visitar
San Petersburgo.
Un punto y aparte merece la
Iglesia de la Resurrección, más conocida como la
iglesia de El Salvador sobre la Sangre Derramada, un monumento religioso erigido a orillas del río Neva, justo donde el 1 de marzo de 1881 fue herido mortalmente, por un terrorista del anarquismo ruso, el emperador
Alejandro II. Si el exterior de este pintoresco monumento ya impresiona por su llamativa ornamentación multicolor, su interior nos cautivó poderosamente. Hemos visto muchas manifestaciones sorprendentes de arte religioso, pero tenemos que decir que en esta ocasión nuestra sorpresa se fundió con una profunda admiración por la
espectacular decoración de los imponentes conjuntos de mosaicos que cubren todas las paredes de esta joya de la arquitectura religiosa. Es algo digno de contemplar con nuestros propios ojos.
Esperamos que las fotografías que presentamos en esta galería ayuden al viajero para hacerse una idea de lo que se puede encontrar si decide visitar
San Petersburgo.