LANZAROTE DESCUBIERTO
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Algunas veces somos capaces de descubrir sitios que a pesar de haber sido ya visitados anteriormente, nunca antes los hemos visto bajo las mismas circunstancias o con similar ánimo que nuestra última vez. Por eso, siempre es posible redescubrir lugares y sentirnos tocados por el espíritu de la novedad.
Lanzarote tiene ese duende.
Esta singular isla volcánica, alejada 1000 kilómetros de la península ibérica y solo 140 km. de la costa africana, está situada frente a las costas del sur de Marruecos, y forma parte del archipiélago de las
Islas Canarias, que pertenece al Reino de España desde hace más de 600 años. Su nombre procede de un navegante genovés llamado Lanceloto Malocello, quién en el año 1312 redescubrió la isla para Europa. Durante casi cien años después, se podría decir que Lanzarote fue una despensa donde los traficantes de esclavos recalaban para saquear la isla, hasta tal punto que cuando llegaron los expedicionarios mandados por Enrique III de Castilla, en 1402, solo quedaban 300 nativos a los que sometieron fácilmente a sangre y fuego, convirtiéndola en el señorío feudal de los descendientes de Juan de Bethencourt, quienes a lo largo de los siglos sufrieron multitud de ataques por parte de los corsarios, como el de 1586 por el berberisco Amurat, que tomó la isla con quinientos hombres y otros más devastadores, como el de Sir Walter Raleigh en 1617 y el de Soliman al año siguiente, cuyos asaltos arrasaron la isla y obligaron a la población a refugiarse en la
Cueva de los Verdes, un tubo volcánico formado durante la erupción del volcán de la Corona hace 4000 años.
Pero la mayor tragedia de la isla de Lanzarote, sobrevino con la erupción del Timanfaya:
"El día 1 de septiembre de 1730, entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se abrió en Timanfaya, a dos leguas de Yaiza... y una enorme montaña se levantó del seno de la tierra". Así comienza el testimonio del párroco Lorenzo Curbelo, testigo directo de uno de los espectáculos más sobrecogedores de la Naturaleza. Diez pueblos quedaron enterrados, y durante seis años la lava se extendió por la zona sur cubriendo un cuarto de la isla y llenando de cenizas volcánicas el resto de Lanzarote. Cuentan que la lava se detuvo a las puertas de la ciudad de
Yaiza, gracias a que el señor párroco invocó a la Virgen tocando sin cesar las campanas de su iglesia durante todo el día. Cuando uno se acerca a Yaiza y comprueba con sus propios ojos la proximidad de la lava, es capaz de creerse cualquier cosa, por muy divina que parezca.
El
Parque Nacional de Timanfaya sorprende al visitante que pisa por primera vez sobre el mal país, observando un entorno de pintorescos y caprichosos trazados de materia oscura y pardusca que se levantan desde las orillas del asfalto negro por donde circulan los vehículos, hasta donde alcanza la vista, tal vez interrumpida con la distorsionada perspectiva de alguna loma volcánica de color ferruginoso. Extraños y bellos paisajes que guardan en sus entrañas antiguos y nuevos fuegos que escupen violentamente vapor de agua cuando algún funcionario del parque derrama el líquido de su cubo dentro de la vieja y ardiente tierra. Es necesario vivir la inolvidable experiencia que ocurre a diario en el restaurante El Diablo, situado en lo más alto de la
Montaña de Fuego, viendo como se cocinan los alimentos con el calor geotérmico que emerge de las profundidades.
Lanzarote y su entorno natural se encuentran bajo la protección de
Reserva de la Biosfera de la Unesco, y entre las muchas maravillas turísticas que encierra, destacan también el túnel volcánico submarino más largo del mundo, llamado
Túnel de la Atlántida, que se origina en el
Volcán de la Corona atravesando la
Cueva de los Verdes y
Los Jameos del Agua, con sus famosos y diminutos
cangrejos ciegos.
Siempre que uno vuelve a Lanzarote, no debe perderse jamás la impresionante vista que se disfruta desde la atalaya del
Mirador del Río, preferentemente al atardecer, cuando la puesta de Sol desgrana suavemente sus rayos sobre el océano e ilumina con una luz especial las islas de La Graciosa, Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste. El espectáculo es inolvidable, pues consigue llenarnos de una rara felicidad que nos proporciona alas para sobrevolar imaginariamente entre la serenidad del paisaje y la claridad de los cielos azules que se funden en la indistinguible línea del horizonte.
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LANZAROTE DESCUBIERTO.
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16.984
de nuestro catálogo, ha sido tomada y cedida a
manbos.com por
David Santiago
durante un viaje de turismo realizado en
Lanzarote
,
España.
La cámara utilizada ha sido una
Canon EOS-1Ds Mark II
dotada de un objetivo
24 to 70 mm, con una focal de
32
mm, una velocidad de disparo de
1/1000 seg., una apertura de diafragma
de
F/2,8 y una sensibilidad
ISO de
200.
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Lanzarote - Spain 16984