Colombia
Llevaba ya unos 15 años que no iba a Colombia y una experiencia de mal gusto me impedía regresar a este país, pero la recién fama turística de Cartagena fue decisiva para tomar la decisión de conocer esta ciudad y algo más de ...
... este territorio.
Entré por el norte, en autobús, saliendo de caracas vía Maracaibo. El viaje toma casi un día completo hasta el parque nacional Tayrona, el cual se sitúa a unas 2 horas de Santa Marta. Salí del autobús, algo preocupado ya que los viejos recuerdos me mantenían alerta. Vi que el parque era enorme, y que hacía falta tomar un auto buseta hasta la playa de dicho parque. Mi sorpresa fue muy grande cuando vi entrar en el vehículo, una pareja francesa, un brasilero, un belga y una canadiense, increíble para mí, jamás me lo hubiera imaginado.
Tan alejado de todo, este parque ya es conocido en el mundo entero. Al llegar, a la orilla, vi muchas carpas y gente de todas partes del globo, a las dos horas, ya toda mi aprensión se había eliminado y las conversaciones intercambiadas con la gente, me hicieron sentir igual de seguro que en un país europeo, inimaginable, pensando en todos los comentarios que se hace del país granadino. Me quede dos días en este parque, limpio, grande y con muchas playas de olas medianas. Hay lugar para acampar o cabañas bien cómodas.
Seguí después hacia Cartagena. Otra sorpresa.
La dimensión del casco colonial de Cartagena es enorme en comparación de los otros que yo conozco. El estilo es el mismo que la mayoría de la misma época, pero muy bien conservado y con mucho ambiente. Pasear por estas calles es atractivo y realmente interesante. En las afueras, hay un mirador desde el castillo de San Felipe, desde donde se observan las partes históricas y modernas de la ciudad. Varios paseos en lanchas están organizados hacia las islas del Rosario. Buenos restaurantes, muchas tiendas de excelente artesanía y café para todos los gustos. Botero, el ilustre pintor y escultor, pone su granito de humor en algunas calles. Desde esta ciudad, tome el avión hacia la isla de San Andrés. Cayó un huracán, nada grave, pero no exactamente ideal para fotografías tipo postales. Seguí el día siguiente a la isla hermana de Providencia. Que sorpresa. La gente habla inglés, mas patois.
Uno no entiende casi nada. Alquilé una moto y le di varias vueltas, toma unos 45 minutos. Esta isla es muy verde, muy bien mantenida y la gente es bien agradable. Pocos hoteles, varias pensiones y no se gasta mucho. Pues yo la recomiendo. Seguí en avión hacia Bogotá. Yo no había regresado a Bogotá desde que llegue a Sudamérica hace 33 años, cambio total. Limpia, organizada y nadie se queja de inseguridad. Me encontré con unos hippies daneses que habían recorrido toda Colombia y ni pendientes de nada. Felices como recién nacidos. Como el tiempo no era de lo más seguro seguí mi camino otra vez hacia el interior del país. Fui hasta una ciudad que se llama Villa de Leyva. Cuando uno es europeo, piensa casi que somos el centro del mundo y que toda la historia se ve en el viejo continente.
Que sorpresa, Villa de Leyba como casi todos los pueblitos de Colombia, conservan un pasado colonia fenomenal y todos los cascos históricos lucen una historia muy bien representada. La genialidad arquitectónica se ve en todas las esquinas y me quede sorprendido de tanta armonía. De igual manera en el pueblo de Barichara. Una joya. Entre estos pueblos pase por una laguna, la de Tota.
La llegada en autobús es impactante. Si los Suizos se creen los dueños de los Alpes, pues aquí quedarían boca abierta. Esta laguna con unos 80 Km. de largo a mas de 3000 metros de altitud, rodeada de cultivos muy bien organizados, pues, fue para mí otra sorpresa, volveré por allí bien acompañado, ya que este lugar es ideal para enamorar a una dama, con alma ecologista por supuesto.
Mi próxima parada fue San Gil. Fuí al parque, pues como la fotografía lo hace ver, se pasea por debajo de unos árboles gigantes llamados ceibas con unos musgos colgantes.
En la ruta hacia Bucaramanga está la nueva atracción turística de Colombia el parque Chicamocha. Un teleférico lo atraviesa y la vista es realmente increíble. Seguí hacia la capital del Estado de Santander nombrada anteriormente y pasé la noche en San Juan de Girón, otro pueblito con un sello colonial increíble. Seguí mi ruta hacia Cúcuta y llegue a Venezuela otra vez.
Colombia ha progresado enormemente y este año voy a dar otra vuelta, ya les contaré dentro de unos pocos meses, mis nuevas impresiones.
Christian Mondin, marzo 2010
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