David Santiago

(David fotografiado por Manbos en los viñedos Bisse de Clavau, Sion (Suiza))

Al principio de mi carrera como fotógrafo, tomé la determinación de especializarme única y exclusivamente en la fotografía de vida salvaje. Actividad a la que le dediqué diez largos años de mi vida. Creo que mi vida como fotógrafo cambió cuando comencé a estudiar a otros compañeros, y más en concreto al prestigioso fotógrafo de la National Geographic James L. Stanfiled capaz de transmitir en una imagen frescura, misterio, fascinación, aventura, e incluso tragedia. Aquella persona podía hacer una obra de arte fotografiando una rata en el templo de Bhagwati Karniji en el Rajastán (India), a un cirujano cardíaco autodidacta en Polonia, o a la tripulación del Vimy intentando sujetar el avión en medio de una tormenta sobre Pisa.

En definitiva, había encontrado un fotógrafo polifacético, que rompía con todas las enseñanzas que me habían inculcado, de que para ser bueno, había que especializarse en un campo. Comencé entonces a fotografiar ancianos, fiestas tradicionales, ciudades, pueblos, cascadas de agua, un bosque en otoño. Estaba claro, aquello me llevaría una vida entera. Y llegó el mes de octubre de 1997, un día de lluvia me bajé del coche y me fui al quiosco a comprar el número del National Geographic, en el que sabía que James L. Stanfield iba a publicar un reportaje sobre “El poder y la gloria del Imperio Romano”. De vuelta en el coche, abrí la revista y me fui directamente al reportaje. Fue la fotografía que abría a doble página, la que me dejo sin aliento, frío como un témpano. La imagen era un paisaje de las ruinas de Dougga en Tunicia, lloviendo, en la que deduje que Stanfield había colocado unas gotas de lluvia en el objetivo para transmitir aún más esa sensación. Fue otra gran lección. Debía ser capaz no solo de fotografiar a la perfección cualquier motivo, sino más aún, en cualquier situación. Más tarde leería de Stanfield. “Los días soleados acaban aburriendo. A mí que me den niebla, lluvia, nieve o huracanes, me da igual. La vieja excusa de esperar a que haga buen tiempo ya no funciona. “

Supongo que desde esos días mi obsesión por la fotografía no ha cambiado, incluso creo que voy a peor. Busco nuevos autores que me inspiren, como Steve McCurry o Michael Nichols, o leo la vida de exploradores como John Speke, Henry Morton o Robert Scout. Necesito de nuevos héroes, de nuevos personajes cuya vida llevada a la extenuación y al aislamiento de los grandes viajes, me ayuden a conseguir verdaderos iconos, como la fotografía de Dougga.

Por ello espero, que todos los fotógrafos que formamos parte de Manbos, seamos fuente de inspiración para todos aquellos que empiezan y que buscan con el arte de la fotografía una forma de vida. Al fin y al cabo, que sería la vida sin una fotografía.

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